Es curioso cómo casi todas las cosas de las que quiero escribir se me suelen ocurrir cuando voy en taxi… será que estando ahí puedo hacerme uno con la realidad nacional pues los conductores suelen ser de los más diversos… variopintos… Bueno, a lo que quería llegar: volvía a mi casa de algún quehacer por ahí botado en la calle y tomé un taxi cuyo conductor parecía ser de lo más cortés – si son de los que toman taxi, cosa que espero dado que leen mi blog, se darán cuenta que el taxista cortés es una especie en vías de extinción – así, en el trayecto, una chica muy simpática adornada con un jean más simpático aún pasó a nuestro costado caminando lo más tranquilamente posible, completamente ajena al mundo… sin embargo, en el mundo sí hubo una transformación formidable producto de su paso y fue que, el correctísimo – hasta el momento – taxista que me conducía se transformó en un ente algo así:
Lo peor de todo, no fue su transformación en un individuo babeante y libidinoso, sino que siguió conduciendo mientras el cuello se le retorcía en una maniobra digna del exorcista y lo hizo tres veces, hasta que la chica se perdió de vista, aunque continuó tratando de mirar por el espejo retrovisor… increíble, el hombre este debía de tener una vista de águila para pretender esto… Poco a poco recobró el aliño perdido… y llegué a casa convencido en que debía dedicarle este post a él…
Lógicamente yo no estoy libre de pecado y si tirara una primera piedra estas caerían como meteoros contra mí, la diferencia entre el taxista de hoy y yo es que simplemente tengo la suficiente fuerza de voluntad para evitar que mis rasgos se transfiguren… ;)
2 comentarios:
Si sigo tu lógica, el día que te compres el auto, se acaba el Blog.
No sé sinceramente a qué auto te refieres Aponcho, pero si te refieres al auto del taxista, pues mi respuesta sería Sí, si tuviera un auto que me ayudara a aumentar la visión 1000 veces y ver (con gesto babeante como no!) algunas hermosas siluetas con gusto me lo compraría y chao blog...
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