Había salido por la tarde con la única finalidad de cortarme el cabello en el local del señor que lo hace desde que tengo uso de razón. Sin embargo, en lugar de tomar taxi decidí caminar un poco, total, no quedaba lejos el establecimiento; pero no sabía lo que me esperaba. No habré caminado ni unas cinco cuadras cuando delante de mí se presentó terrible, enorme, dantesco, terrorífico un trasero por demás grotesco (+ todos los adjetivos antes señalados) mostrándose en toda su fofa realidad envuelto en un jean agresiva y horriblemente revelador que tuvo como consecuencia dejarme en un trance por demás indescriptible.
Francamente no sabía qué hacer, inclusive me dieron ganas de cruzar la calle, pues, y esto era lo peor, es que no podía mirar hacia adelante porque lo veía ahí, cual monstruo bamboleándose, como riéndose de mi desgracia. Para empeorar las cosas un grupo de trabajadores que estaban parchando las pistas – muy mal por cierto, como todo buen "parchador de pistas" – empezaron a piropear al trasero gigante (lógicamente el trasero siguió avanzando cada vez más feliz por los halagos y creo que hasta empezó a bailar); no contentos con esto los parchadores comenzaron un cuchicheo e insinuaban (lo que entendí mediante sus gestos) de que YO (con mayúsculas y en rojo subrayo mi indignación) "perseguía" a dicho trasero en un afán cuasi-onanístico. Afortunadamente el trasero dio vuelta en una esquina cinco minutos después de nuestro primer encuentro y pude ir feliz hacia adelante, mirándolo todo, sintiéndome libre de no tener que verlo.
A todos mis estimados lectores varones (refiriéndome al sexo masculino y no al término varón del reggeatonero) no les deseo nunca una aventura como la sufrida el día de hoy.
1 comentario:
En realidad tines toda la razón ver algo así, como lo que viste, roba todo tipo de paz y tanquildad, la mente se siente que va a explotar y miles de pensamientos cruzan por ella. Pero a la vez es un momento muy exitante y único sentir eso. Es mejor dejarlo pasar aunque cueste.
Gracias por los detalles y las palabras.
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